sábado, 10 de enero de 2015

VIII

Tenía unos hermosos ojos negros, como dos agujeros sin fin llenos de noche. Cuando me miraban brillaban, parecía que tenía las estrellas de la noche en sus ojos titilando de deseo y afecto hacia mí. Yo me quedaba absorta contemplando esos ojos, esa mirada y era feliz, me sentía especial pero, entonces, volvía a surgir la realidad igual que una bofetada: ese bar ruidoso, apestoso, lleno de gente absurda e hipócrita, cazadores y presas, presas que son cazadores y cazadores que son presas, idiotas sin cerebro, narcotizados para olvidar. Y así termino llorando por el amor perdido y la imposibilidad de recuperar esos ojos con sus estrellas que me hacían sentir tan bien.

2 comentarios: