Tenía
unos hermosos ojos negros, como dos agujeros sin fin llenos de noche. Cuando me
miraban brillaban, parecía que tenía las estrellas de la noche en sus ojos
titilando de deseo y afecto hacia mí. Yo me quedaba absorta contemplando esos
ojos, esa mirada y era feliz, me sentía especial pero, entonces, volvía a
surgir la realidad igual que una bofetada: ese bar ruidoso, apestoso, lleno de
gente absurda e hipócrita, cazadores y presas, presas que son cazadores y
cazadores que son presas, idiotas sin cerebro, narcotizados para olvidar. Y así
termino llorando por el amor perdido y la imposibilidad de recuperar esos ojos
con sus estrellas que me hacían sentir tan bien.
Madrugaste para publicarlo :)
ResponderEliminarNo, el reloj está desajustado :)
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